martes, 29 de marzo de 2016

Investigaciones sobre trastornos de alimentación








Los trastornos de alimentación se asocian a alteraciones del ánimo y otras patologías


La anorexia nerviosa es un trastorno de alimentación que se caracteriza por un bajo peso corporal, una imagen corporal distorsionada, amenorrea (ausencia de tres periodos menstruales consecutivos), y un intenso miedo a engordar.

Como comportamientos anoréxicos podemos encontrar dos tipos:
  • Restrictivo: la persona cada vez restringe más los alimentos que ingiere, principalmente si hablamos de carbohidratos y grasas.
  • Bulímico: la persona utiliza después de los atracones cualquier tipo de conducta purgativa, desde el vómito a laxantes y otros purgantes (medicamentos que con sus efectos químicos ayudan a estimular el contenido intestinal).

"La anorexia nerviosa se suele asociar más a la etapa de la adolescencia, sin embargo, el número de mujeres que sufren anorexia a edades más avanazadas ( entre los 30 y los 50 años), va en aumento.
La Universidad de Carolina del Norte, en EEUU, ha llevado a cabo una investigación acerca de la existencia de anorexia nerviosa en mujeres de 50 años y ha concluído que "el 13% de las estadounidenses mayores de 50 años sufre algún tipo de trastorno alimentario".

También se ha ido observando cómo las mujeres que sufren algún tipo de trastorno de alimentación entre los 40 y los 50 años, tardan más en superarla. En este sentido, "una investigación llevada a cabo por el Hospital Universitario La Paz, concluyó que " las mujeres adultas tardan una media de 5 a 10 años en superar o recuperarse de un trastorno de alimentación".

Existen algunos factores comunes en mujeres con problemas de alimentación en adolescentes y adultas, por ejemplo: inseguridad, baja autoestima, dependencia, perfeccionismo, carácter obsesivo y rígido, introversión, tendencia al aislamiento, cambios de humor, aumento de irritabilidad, ánimo depresivo, ansiedad, entre otros.



Psicólogos Oviedo. Trastornos de alimentación.






martes, 22 de marzo de 2016

Errores de comunicación en las relaciones de pareja.




La comunicación es uno de los problemas más habituales a abordar en terapia de pareja.


Uno de los problemas más frecuentes en las relaciones de pareja es la comunicación. Con el paso de los años, la rutina, los problemas laborales y las prisas del día a día, aparecen problemas a la hora de comunicarnos con nuestra pareja, que lejos de unirnos, nos alejan más.

Una de las habilidades más importantes a trabajar para subsanar estos problemas de comunicación es la escucha activa. Cuando dos personas no saben comunicarse correctamente, están más atentos a lo que pueden responderle al otro que al propio mensaje que le mandan. De esta manera, la comunicación acaba derivando en un conflicto.

La comunicación no verbal (gestos, miradas, posturas, tono de voz...) también debemos cuidarla, ya que expresamos más con este tipo de comunicación que con el lenguaje verbal.

No obstante, aunque cada pareja es diferente, existen una serie de errores de comunicación habituales (David D. Burns, M.D; Thomas, Walter y O` Flaherty):

"Alejamiento temporal: uno de los miembros de la pareja hace excesiva referencia al pasado o a un futuro hipotético.

Expresión desconectada: uno de los miembros de la pareja habla sobre un asunto sin conexión con el objetivo de la discusión.

Déficit de lenguaje positivo: no decir cosas agradables al otro.

Latencia rápida: uno habla enseguida después de hablar el otro.

Latencia lenta: uno habla mucho después de terminar el otro.

Interrupción: uno interviene cuando el otro habla sin terminar.

Déficits en la contestación: responde poco a lo que se le pregunta.

Afirmaciones radicales o dogmáticas: " todo o nada", "blanco o negro", "siempre o nunca".

Excesiva generalización: la persona califica hechos que suceden de vez en cuando como si sucediesen siempre.

Verdad: un miembro de la pareja se empeña en que tiene razón y en que la otra persona está equivocada.

Inculpación: la persona da a entender que este problema es todo por culpa de otra persona.

Defensividad: la persona no acepta ningún defecto o falta por su parte.

Martirio: uno de los cónyuges afirma que es víctima inocente de la tiranía de la otra persona.

Desprecio: un miembro de la pareja emplea un lenguaje brusco o hiriente, intentando hacer que la otra persona se sienta inferior o avergonzada.

Etiquetas: se califica a la otra persona de "imbécil", "fracasada" o de algo peor.

Sarcasmo: uno de los miembros de la pareja tiene una actitud, un tono de voz y palabras despectivas o condescendientes.

Contraataque: responder a las críticas con críticas.

Desvío: cambio de tema o enumeración de quejas antiguas.

Autoinculpación: asumir la responsabilidad de una situación para evitar un conflicto con la otra persona.

Desesperanza: afirmar que se ha probado todo, pero que nada de lo que se ha probado ha funcionado.

Exigencia: afirmar que la otra persona "debería ser" tal como ella espera que sea.

Negación: niega su papel en el problema o se empeña en que no se siente disgustado cuando en realidad sí se siente así.

Agresión pasiva: la otra persona se calla, pone mala cara o da portazos.

Lectura del pensamiento: esperar que la otra persona sepa lo que siente, sin que se lo haya dicho y espera que se comporte acorde a sus necesidades."



Terapia de Pareja. Psicólogos Oviedo.

lunes, 14 de marzo de 2016

Cómo mejorar una relación a través de la comunicación






Atender a la comunicación verbal y no verbal para mantener una buena relación social



 Muchas veces las personas se encuentran mal porque no expresan hacia otros sus ideas ni sus emociones claramente con el fin de evitar una discusión. Dejan de lado el afrontamiento de temas de conversación que les están haciendo sufrir y que les genera malestar y pasan a quedar como conversaciones pendientes, que a la larga interfieren en las relaciones.

Además de alterar las relaciones entre las personas que tienen el conflicto, el ambiente en el que éstas se mueven también queda alterado. Por ejemplo, si hablamos de dos amigos que tienen algún problema y no se hablan, el resto de grupo de amigos tratará de mediar para que cuanto antes resuelvan su problema, llegando también a sufrir alguna consecuencia indirecta de dicho conflicto.

Detrás de casi todas las conversaciones que quedan pendientes se encuentran expectativas no resueltas o cumplidas, ya que normalmente las personas esperamos que el resto se comporte de una manera determinada y olvidamos que cada uno actúa como considera correcto sin tener que coincidir con la manera que nosotros tenemos de comportarnos en esa misma situación.

La peor consecuencia que existe de las conversaciones que quedan sin ser resueltas es el distanciamiento entre las personas que tienen el conflicto. También puede ocurrir que cuando intentan poner una solución a ese conflicto lo hagan de una manera agresiva (empleando malas formas, gritos, voces, insultos...) y de una manera distorsionada, apelando a la generalización: "siempre estás pasando de mí", "nunca tienes tiempo para mí", "nunca me entiendes", "no me quieres"...
De esta manera lo que hacemos es acusar a la otra persona, sin ofertar la posibilidad de que exista un diálogo para entender el comportamiento de la otra persona, para incitar a la otra persona a reflexionar y a que exista un posible cambio.

Las emociones no debemos dejarlas olvidadas. Profundizar en ellas y expresar al otro cómo nos sentimos cuando se comporta así, favorecerá que nos entienda mejor y que tenga más claro cómo debe o no debe actuar en esa situación concreta.

Debemos comunicar y dar el mensaje en positivo, sin culpabilizar ni atacar y sin obligar a la otra persona a que modifique su comportamiento. A su vez, la comunicación debe ir siempre en primera persona, porque si focalizamos en el otro, podemos hacerle sentir culpable, lo que hace que el conflicto aumente su intensidad.

A la hora de hacer una petición a otra persona debemos tener en cuenta que existen dos posibles respuestas (si o no), que no debemos esperar nada a cambio y que debemos respetar siempre el espacio de la otra persona y de lo que esté dispuesta a entregar.

Escuchar y atender a lo que se dice en la conversación y al mensaje que nos lanza la otra persona es totalmente necesario. Normalmente a lo que solemos atender es a lo que voy a decir yo para quedar por encima, tratando de proyectar la culpa en el otro. Lejos de resolver el conflicto, con una mala comunicación, lo aumentamos.

Cuando pedimos explicaciones también debemos evitar fórmulas que lleven a la otra persona a sentirse 100% responsables del conflicto y debemos intentar indagar y conocer con profundidad qué es lo que le lleva a actuar de una manera determinada. Una vez que hayamos comprendido qué le pudo llevar a actuar de dicha forma, insistimos en cómo nos sentimos cuando la persona se comporta así.

La existencia de temas de conversación pendientes, aumentan la agresividad y la tensión en la comunicación, que alejan de la reflexión y conducen al reproche.

Reconocer, valorar y tener en cuenta los esfuerzos que la otra persona hace cuando le explicamos lo mal que nos sentimos en una situación determinada es necesario, ya que producirá un acercamiento en la relación, ésta se volverá más positiva, y las dos personas aprenderán la mejor manera de gestionar conflictos desde una visión totalmente positiva.



Psicólogos Oviedo. Habilidades Sociales.