lunes, 29 de junio de 2015

Miedo e inteligencia emocional

El miedo es una emoción que puede paralizar a la persona.





El miedo es una emoción que experimentamos muy a menudo, sin embargo no nos encontramos a gusto cuando la sentimos. Evitamos tener miedo. Y nos olvidamos de la función que cumple esta emoción : la supervivencia. Si no sintiésemos miedo, moriríamos.


El miedo nos ayuda a retirarnos cuando existe una amenaza para nuestra seguridad, nuestra autoestima o nuestra vida y si no estamos preparados para afrontar una situación.

El miedo sólo pasa a ser problema cuando es disfuncional. ¿Por qué? Porque nos paraliza. Empezamos poco a poco a dejar de hacer cosas y al final acabamos lmitándonos, dejando de hacer las cosas que queremos hacer por el miedo a lo que pueda pasar al hacerlas.  El objetivo que tenemos que plantearnos es que la persona sea capaz de afrontar las emociones que le surjan, y que entienda que  la estrategia de dejar de hacer cosas para sentirse bien no sólo no sirve sino que ayuda a que el miedo se mantenga (Psicólogos Oviedo)


Miedo e inteligencia emocional

"La inteligencia emocional es el conjunto de habilidades que nos permiten expresar las emociones, usar las emociones para facilitar el pensamiento, entender las emociones y saber gestionarlas, tanto las propias como las de los demás.

Normalmente las personas que tienen una buena inteligencia emocional son más asertivas, tienen una buena autoestima y sus relaciones sociales son mejores, mientras que las personas que tienen problemas en gestionar su vida emocional, tienen mayores dificultades en la resolución de los conflictos del día a día, problemas de autoestima, inseguridades etc

Con respecto al miedo, las personas que tienen una inteligencia emocional positiva suelen enfrentarse a las situaciones que producen miedo y no utilizan la evitación como estrategia, porque tienen mayor control emocional".


La inteligencia emocional desde pequeños:

Es importante que ya desde pequeños aprendamos a manejar y controlar nuestras emociones, y así en la adolescencia tengamos las estrategias necesarias para saber gestionarlas. Es importante:
  • Trabajar con los niños la identificación y el  reconocimiento de emociones
  •  Enseñar a los niños a controlar la ira
  •  Enseñar a los niños a resolver conflictos
  •  Transmitir a los niños la importancia de la escucha activa
  • La expresión emocional
  • Saber manejar la ansiedad a partir de técnicas de relajación
  • Como padres debemos actuar con ellos desde el plano emocional para que utilicen este aprendizaje a lo largo de la vida.

















martes, 23 de junio de 2015

Tricotilomanía

La tricotilomanía es un trastorno asociado a la falta de control de impulsos, que lleva consigo la necesidad imperante de arrancarse el pelo de la cabeza, las cejas u otras zonas corporales.
En líneas generales, la persona que se arranca el pelo en este trastorno consigue un efecto placentero inmediato , si bien es cierto que puede generar angustia al ver las secuelas que va dejando en su propio cuerpo(por ejemplo: calvas, cejas escasas...). Probablemente esta angustia la intentarán suplir de manera inmediata, arrancándose de nuevo el pelo.
Las personas pueden ser o no conscientes de la conducta que realizan. A veces lo hacen conscientemente para buscar el placer inmediato, pero si el estado de ánimo en un día concreto es positivo, puede ocurrir que lo hagan inconscientemente, como un hábito creado.
Incluso estas personas pueden haber llegado a crear un ritual concreto de actuación: hacerlo siempre en el mismo momento del día, de la misma manera, con un objetivo concreto...

 Existen una serie de factores de riesgo asociados a la tricotilomanía:
  • Historia familiar
  • Edad: la adolescencia es la etapa de mayor riesgo en el desencadenamiento del trastorno.
  • Búsqueda de placer inmediato: muchas personas que experimentan este problema buscan sustituir las emociones negativas que les genera una situación, la ansiedad, la frustración, el miedo... recurriendo al placer inmediato que obtienen al arrancarse el pelo. Esas emociones negativas instantáneamente se "eliminan" y la persona siente alivio. Pero la falta de estrategias efectivas a medio y largo plazo para el afrontamiento de la ansiedad, hace que se mantengan en el problema
  • Además, ese placer inmediato actúa como un refuerzo positivo, por lo que las personas siguen actuando de la forma más inmediata que tienen de mantener las emociones positivas, arrancando pelo.
  • Normalmente se asocia a otros trastornos: ansiedad, depresión, trastornos de alimentación, trastornos obsesivos compulsivos, morderse las uñas (onicofagia)...
El tratamiento es totalmente necesario, ya que la persona no es capaz de controlar el impulso que tiene para evitar arrancarse el pelo. La intervención se realiza desde la Psicología Cognitivo Conductual, donde el primer objetivo de tratamiento será eliminar la ansiedad que la persona siente para que así también disminuya la frecuencia de su conducta.

lunes, 15 de junio de 2015

Mutismo selectivo infantil

La timidez excesiva es una causa del mutismo selectivo.


El mutismo selectivo es un problema de ansiedad en el que el niño/a inhibe el lenguaje en un contexto en el que se espera que hable. Normalmente aparece en situaciones sociales, a pesar de que en el contexto familiar  o con personas conocidas no exista problema y el niño se exprese correctamente.

Se trata de una especie de fobia en la que el niño/a al enfrentarse a situaciones sociales siente miedo por un aumento en el nivel de ansiedad. El nivel de ansiedad elevado hace que el niño/a quede bloqueado y paralizado y por ello no se expresa verbalmente. Al no expresarse vence la ansiedad del momento y se siente aliviado, pero esa ansiedad hará que el problema se mantenga en el tiempo y  el resultado es que siga sin expresarse o comunicarse.

Normalmente son niños muy dependientes de sus padres, que pueden sufrir ansiedad por separación, son excesivamente tímidos, inflexibles... Normalmente la edad de aparición de los síntomas suele rondar los 3 y los 8 años, y se hace más evidente cuando entran en el colegio, ya que las interacciones sociales son mayores y necesarias.

Es importante conocer en cada caso específico qué es lo que sucede a cada niño/a y por qué llega a desarrollarse este problema, así como descartar que éste sea síntoma de uno mayor (Ej: trastorno del desarrollo) . Establecidas las causas de cada caso concreto y habiendo hecho el diagnóstico, orientaremos la intervención a cuatro niveles: social, escolar, familiar y personal.


¿Cómo podemos actuar desde el contexto familiar?

  • Proporcionar al niño/a un ambiente tranquilo y relajado, orientado a que exprese con confianza lo que siente cuando se enfrenta a una situación social. No debemos juzgarle ni criticarle. Debemos darle comprensión y escuchar sus emociones.
  • No debemos incidir constantemente en que no se comunica. Debemos intentar compensar el déficit que presenta en este aspecto con los puntos fuertes que tiene el niño/a para que su autoestima no quede dañada.
  • Fomentar sus relaciones sociales e interacciones con iguales, sin estar los adultos o figuras de apego a su lado en todo momento para que el/la niño/a vaya cogiendo mayor independencia. 
  • Reforzar cada uno de los pasos que se de en la comunicación (que se haya acercado a alguien, que llegue a un grupo de gente desconocida y salude, que quiera invitar a algún niño a casa...). Se puede utilizar una economía de fichas, que puede aumentar también la motivación y las ganas del niño/a.
  • No sobreproteger al niño/a
  • Servir de modelo para el niño/a ( que vea que nosotros también ampliamos nuestro círculo de amigos, que nos relacionamos con todos y que no nos supone ningún problema).


miércoles, 10 de junio de 2015

Trastorno de personalidad por evitación: ¿Qué es?

El trastorno de personalidad por evitación se caracteriza por llevar a cabo una evitación a nivel cognitivo, emocional y conductual. A nivel cognitivo ( de pensamientos) son personas que no piensan en aquello que les puede hacer sentir mal. Utilizan la distracción.  A nivel conductual suelen evitar la parte social. En definitiva, suelen sentirse bien evitando cualquier situación que les llegue a producir ansiedad.

Es probable que estas personas durante su infancia hayan tenido alguna experiencia negativa con alguien, que les hayan rechazado o desaprobado. A partir de ésto, han ido formando una serie de creencias que regulan su comportamiento hacia sí mismos, por ejemplo: "no sirvo para nada", y hacia los demás, por ejemplo, "me van a rechazar".

Estas creencias erróneas determinan su comportamiento:

"Temor al rechazo: temen volver a ser rechazados y desaprobados, igual que lo fueron cuando eran pequeños. Están constantemente pendientes de que los demás no descubran sus fallos, porque si los descubren, los desaprobarán. Esa desparobación sería terrible de soportar. Entonces la solución inmediata que encuentran es la evitación social.

Autocrítica: los pensamientos negativos son automáticos y tienen mucha fuerza. Los aceptan como verdad absoluta y no ponen a prueba. Anticipan lo que va a pasar. Por ejemplo, en una situación social: "no les voy a gustar".

Interpretación incorrecta de las reacciones de los demás: si alguien les hace un halago o un comentario, lo interpretan como negativo. Por ejemplo, si alguien le dice " ¡Qué guapa estás!" puede interpretar que lo hace porque pretende conseguir algo.

No tienen en cuenta lo positivo, ni la imagen positiva que puede proyectar a los demás. Y aunque se les demuestre con pruebas que hay algo positivo, no lo aprecian, alegando que la otra persona está equivocada o que le engaña.

Culpa al sentir ansiedad: cuando sienten ansiedad consideran que no tienen motivos para tenerla y es tan terrible vivir con ella que lo atribuyen a sí mismos: "me pasa por ser un inepto/a".

Son conscientes de lo que tiene que hacer para mejorar, pero el coste emocional es tan elevado al principio que se sienten mejor evitando enfrentarse a él. Ponen excusas, que racionalizan previamente para no enfrentarse". Ej: "Ya iré en otro momento. Puede esperar".

Se trata de un trastorno muy similar a la fobia social, aunque las limitaciones que tiene la persona en su vida cotidiana son mayores (Psicólogos Oviedo).

viernes, 5 de junio de 2015

La impulsividad

Las personas impulsivas suelen tener conflictos en distintos contextos



La impulsividad es un rasgo de personalidad que hace que la persona actúe sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos, dejándose llevar por el plano emotivo, sin tener en cuenta el racional. Las personas impulsivas viven las emociones de manera muy intensa, tanto las positivas como las negativas. Al tratarse de un rasgo de personalidad, es más difícil cambiarlo. Sin embargo, ya desde la infancia puede aparecer dicho rasgo, por lo que cuanto antes se trabaje para que la persona sea capaz de controlar sus impulsos, mejor.
El mayor inconveniente de una persona impulsiva es la cantidad de conflictos a los que se enfrenta en distintos contextos: familiar, laboral, académico, social...

¿Qué podemos llamar "impulso"?
  • Que la persona se anticipe a responder rápidamente en una situación determinada, sin conocer cómo sucedieron los hechos.
  • Gritar o enfadarse si las cosas no salen como la persona espera
  • Dejar un trabajo
  • Dejar una relación por un conflicto, sin haberlo sopesado previamente
  • Actuar dejándose llevar por la rabia y la ira, sin pensar en la calidad de lo que está haciendo ni en las consecuencias que puede tener el hacerlo de esa manera
  • No tener en cuenta las opiniones de los demás en una situación concreta
  • Mentir sin pensar en las implicaciones que puede tener lo que está diciendo/haciendo en ese momento

Una vez que tenemos  identificados nuestros impulsos podemos fijarnos en cómo solemos actuar cuando nos dejamos llevar por ellos. Por ejemplo, imaginemos que tenemos muchas ganas de ir a la playa el fin de semana. LLevamos organizando ese plan varias semanas y a última hora nos dicen que no vienen como nosotros. ¿Cómo actúas en esa situación? ¿LLamas a la otra persona rápidamente, enfadada, gritando, de malas maneras, sin ni si quiera buscar o saber qué es lo que ha pasado? ¿Qué consecuencias tiene actuar así? ¿Sólo me afectan a mi las consecuencias o a alguna persona más? Es aquí donde debemos actuar.

Una buena manera de "aprender a controlar" los impulsos es analizar experiencias pasadas en las que nos hayamos dejado llevar por ellos. Si volvemos a analizar la situación, desde la distancia, probablemente nuestra actuación sea completamente distinta. Así conseguimos que si la situación se repite bajo las mismas circunstancias o en otras parecidas, actuemos de manera más racional.

Es importante que conozcamos la señales que nos manda nuestro cuerpo cuando nos dejamos llevar por un impulso, ya que en muchos momentos esa impulsividad es causada por un nivel alto de ansiedad. Si tenemos identificado qué es lo que pasa en nuestro cuerpo cuando vamos a perder el control, podemos rápidamente llevar a cabo un respuesta alternativa (previamente establecida), que nos permita relajaranos antes de dejarnos llevar por el impulso habitual. Se consigue a través del entrenamiento en relajación.

También es necesario que comuniquemos nuestros pensamientos, sentimientos... de una manera asertiva. Si acumulamos, explotamos de una manera poco racional.

Como decíamos antes en muchos casos la impulsividad aparece por un cúmulo de ansiedad y tensión. La actividad física combinada con técnicas de relajación nos ayudará también a encontrarnos más tranquilos, más centrados y nos ayudará a anticipar las consecuencias positivas y negativas de nuestras actuaciones. De esta manera regularemos mejor nuestro comportamiento. (Psicólogos Oviedo)





martes, 2 de junio de 2015

Entrenamiento de habilidades sociales en la infancia

Las habilidades sociales básicas se desarrollan desde pequeños


El entrenamiento en habilidades sociales ayuda a los niños a expresar sus pensamientos,  sentimientos, emociones, preferencias y gustos de manera asertiva. Es importante el desarrollo de estas habilidades desde la infancia, porque va a mejorar su adaptación al mundo social y el aprendizaje de estrategias para desenvolverse en la vida adulta. Además, la adolescencia es una etapa crítica para las personas con bajas habilidades sociales, ya que la comunicación supone mayores exigencias.

Varias investigaciones han encontrado una relación directa entre un buen desarrollo de las habilidades sociales en la infancia con un posterior funcionamiento social, académico y psicológico.

La existencia de bajas habilidades sociales en la infancia tiene también relación directa con otras patologías: ansiedad, depresión, baja autoestima e inseguridad... que pueden aparecer tanto en la edad infantil como en edades más avanzadas. A veces, un mal comportamiento de los niños puede servirnos para darnos cuenta de que algo  pasa. Por ejemplo, un niño con bajas habilidades sociales puede tener dificultades para resolver un conflicto con compañeros de colegio. Si el niño adopta un estilo de comunicación pasivo (no nos cuenta cómo se siente, qué es lo que le pasa, no pregunta cómo debería actuar y ni si quiera actúa), el malestar emocional que le provoca la situación puede reflejarse en casa con agresividad o rabietas constantes.

¿Cuáles son las habilidades sociales básicas?
  • Apego
  • Empatía
  • Asertividad
  • Cooperación
  • Comunicación
  • Autocontrol
  • Comprensión de situaciones
  • Resolución de conflictos
  • Aprender a decir no
  • Saber aceptar y recibir críticas
  • Saber aceptar y hacer halagos 
  • Toma de decisiones

En ocasiones puede ocurrir que el niño/a sea tímido/a y le cueste relacionarse e interactuar con iguales o con un grupo. En este caso las habilidades a entrenar también serán:

  • Escucha activa
  • Iniciar una conversación
  • Mantener una conversación
  • Terminar una conversación

Las habilidades para enfrentarse a situaciones se suelen desarrollar con éxito a lo largo de la infancia y la adolescencia. Las primeras empiezan a desarrollarse en los primeros años de vida, en el momento en el que los niños empiezan a entrar en contacto con iguales.

En resumen, es importante que los niños desde pequeños desarrollen habilidades sociales. Para ello, debemos fomentar la imagen positiva de sí mismos, mejorar la capacidad de escucha y de empatía hacia los demás, animar a los niños a que participen en situaciones sociales sin la necesidad de que estemos presentes, explicarles cuál es la manera de comportarse correctamente en caso de conflicto o por qué se ha producido una situación concreta.