domingo, 28 de mayo de 2017

Ansiedad y fobias infantiles y en adultos



Las fobias son miedos exagerados e ilógicos ante determinadas cosas, objetos y situaciones que aumentan el nivel de ansiedad en quien lo padece, independientemente de su edad


Las fobias suelen tener su origen en la niñez o en la adolescencia y normalmente se relaciona con haber sufrido una experiencia  negativa, considerada como traumática para la persona, independientemente de su edad. Esa experiencia normalmente se relaciona con haber vivido una experiencia directa con el estímulo fóbico, por ejemplo, que la persona haya sido mordida por un perro. Por otro lado, también puede ocurrir que la persona haya recibido información indirectamente acerca de ese estímulo y haya interiorizado a lo largo de su vida que ese estímulo va a ser perjudicial y debe tenerle miedo. Por ejemplo, un padre que tiene miedo a los perros y que transmite a su hijo que no debe acercarse a ninguno de ellos porque son peligrosos.

Cuando hablamos de fobias nos referimos, por tanto, a miedos exagerados e ilógicos ante determinadas cosas, objetos y/o situaciones.
Tanto en los niños/as como en los adultos, las fobias producen una elevada ansiedad que se manifiesta presentando distintos síntomas, entre otros:

  • aumento de sudoración
  • aumento del ritmo cardíaco (taquicardias)
  • enuresis (en niños/as)
  • dificultad para respirar
  • sensación de ahogo
  • sensación de tener un nudo en el estómago
  • vómitos, mareos, nauseas
  • bloqueo del pensamiento
  • excitación psicomotriz (más evidente en niños/as)
  • cambios de comportamiento (más acusado en niños)
  • disminución de la atención y focalización de la misma en el objeto o situación temida
  • evitación de situaciones relacionadas con el estímulo fóbico
  • irritabilidad e irascibilidad
  • aumento de conductas agresivas 
  • problemas de sueño (insomnio, aumento de pesadillas, sensación de no descanso a pesar de dormir las horas necesarias)

¿Cuáles son las principales fobias infantiles?

  • Miedo al agua
  • Miedo a la oscuridad
  • Fobia escolar



La fobia escolar:

Este problema se caracteriza por un constante rechazo de asistencia al colegio que implica un temor irracional por alguna cuestión en particular. Suele estar relacionada con hechos negativos que ocurren en el contexto escolar como pueden ser: participación obligatoria en algunas actividades, rechazo de compañeros, rigidez del profesorado. Dicha situación además puede agravarse en función de las respuestas y reacciones que el niño recibe por parte de los profesores e incluso de sus padres .
Los síntomas que manifiestan los niños suelen producirse o bien la noche antes de ir al colegio, o bien , las horas antes de entrar al colegio. Una vez allí y según va avanzando la mañana, los síntomas tienden a disminuir e incluso, desaparecer. Estos síntomas suelen desaparecer en días festivos, fines de semana y periodos vacacionales,

Los síntomas que suelen manifestar los niños que pasan por una fobia escolar son:

- Dolores abdominales
- Naúseas y vómitos
- Dolor de cabeza
- Palidez
- Debilidad
- Dolor de estómago...

¿Cuáles son sus respuestas?

- Negación por asistir al colegio
- Lloran, gritan, patalean al tener que ir al colegio
- Pueden somatizar e incluso llegan a inventarse que están enfermos físicamente para evitar ir al colegio, cuya dolencia desaparece al poder quedarse en casa
- Síntomas físicos relacionados con la ansiedad
- Anticipación de consecuencias desagradables
- Evaluación negativa de sus capacidades
- Escape y /o evitación de la situación escolar


La mejor manera de que se pueda resolver un caso de fobia escolar es que el niño/a o adolescente asista al colegio, Si permitimos que se quede en casa, los síntomas aumentarán en intensidad y frecuencia cuando tiene que ir al colegio. Por lo tanto, establecer un compromiso entre padres e hijo/a como regla excepcional de ir al colegio es totalmente necesario.
Las horas anteriores de entrada al colegio suelen ser las más complicadas, no obstante los padres no deben ceder. En caso de que se haga tarde, no pasaría absolutamente nada, pero debe acabar entrando al colegio.
Es importante que los profesores conozcan qué es lo que está pasando, ya que de esta manera se podrá colaborar entre todos sin someter al alumno a presiones innecesarias que pueden agravar el problema.

En cualquier caso, identificar lo antes posible el origen de la fobia escolar es fundamental para llegar a establecer el tratamiento más adecuado.




Psicólogos Oviedo. Fobias. Fobias infantiles. Ansiedad



martes, 16 de mayo de 2017

Ansiedad por la comida: efecto craving y depresión

Las personas con depresión pueden aumentar el consumo de dulces y chocolates




Todas las personas hemos experimentado en algún momento sentir ansia por la comida. Como con cualquier otra sustancia, cuando nos referimos a la comida, también podemos llegar a experimentar un proceso de craving. Se conoce el efecto craving como el conjunto de estados motivacionales, psicológicos y fisiológicos que promueven la búsqueda de sustancias y la consiguiente realización de conductas de ingesta o consumo de esas sustancias, ya sea comida o drogas ( Cepeda, Benito, Gleaves, Williams, Erath 2000).

Muchas personas manifiestan ansia por algún alimento determinado, sin embargo, no todas ellas llegan a tener una patología relacionada con los trastornos de alimentación. El límite entre cuándo llega a existir un trastorno de alimentación o sólo hablamos de ansia por la comida es difícil de establecer. Se ha demostrado que el ansia por la comida mantiene una estrecha relación con los atracones existentes en la bulimia nerviosa.

¿Cuál es la causa de que se produzca el ansia por la comida?

Los modelos homesotáticos justifican la existencia de la ansiedad por la comida por la existencia de un desequilibrio biologicista en los niveles de serotonina que se intentan aportar mediante el consumo de un alimento determinado. Normalmente este alimento es o un carbohidrato o dulces.

Por condicionamiento clásico ante estímulos contextuales, es decir, las persona asocia un lugar determinado o un comportamiento determinado con comer ese alimento. Por ejemplo, llegan las diez de la noche y María se sienta a ver su serie preferida en el sofá. Siempre que llega esa hora y ve su serie preferida, come un trocito de chocolate. La mayor parte de los días María afirma no sentir más hambre porque ya ha cenado, sin embargo, es incapaz de perdonar ese trocito de chocolate debido a la asociación ante estímulos contextuales tan grande que ha ido aprendiendo María.

Por el condicionamiento clásico ante la anticipación de cierto estado de ánimo.

Sea cual sea la causa, bien por condicionamiento contextual o por desequilibrio biológico, el alimento apetecible hace creer a la persona que recupera el equilibrio a través de su ingesta.


¿Por qué solemos elegir carbohidratos o dulces y grasas?

Algunos investigadores responden a esta pregunta centrándose en que existe un mecanismo destinado a compensar el desequilibrio biológico provocado por la existencia de un déficit de serotonina, que está relacionada con los estados de ánimo. Podemos decir que existiría una especie de efecto craving ante este tipo de alimentos para compensar este desequilibrio biológico.

Por otro lado, otros investigadores defienden que el aumento en los niveles de serotonina que se producen cuando la persona ingiere estos alimentos son tan pequeños que no podría explicarse como compensador del déficit sino que la ingesta de estos alimentos se considera un premio que alivia ese estado de ánimo negativo de la persona.


Aumento del ansia por la comida y depresión:

El aumento en los niveles de ansia por la comida también se ha relacionado con los trastornos del estado de ánimo, en especial con la depresión. Mientras que la anhedonia o incapacidad para experimentar placer es un síntoma muy claro en la depresión, parece no estar tan claro que ocurra en relación a la comida, sino que muchas personas deprimidas pueden experimentar un aumento considerable de la conducta alimentaria.
Los estudios han encontrado que los estados depresivos provocan una total desinhibición sobre la conducta alimentaria , pudiendo por este motivo llegar a aumentar su peso.


¿Qué pasa cuando queremos comer y no podemos?

En este caso se produce un aumento del craving debido a que entrar en juego tanto procesos automáticos como procesos no automáticos. Por ejemplo, una persona que desea comer chocolate y no tiene en el armario. Al no tener el alimento que la persona quiere, se activan procesos no automáticos, que aumentan las ganas de ingerir el alimento.
Este mismo ejemplo ocurre en el caso de las dietas o personas que restringen mucho su alimentación. Al no deber comer ciertos alimentos, se activan procesos no automáticos con mayor frecuencia y por este motivo acabamos sintiendo más ganas de comerlo.


En definitiva, llevar una buena alimentación, dormir y tener un buen descanso, practicar ejercicio regularmente , nos ayudará a gestionar mejor la ansiedad por la comida.



(Información extraída del libro: ¿Qué es el ansia por la comida? Silvia Moreno Domínguez, Sonia Rodríguez- Ruiz, Mª Carmen Fernández- Santaella)







Psicólogos Oviedo. Ansiedad. Depresión. Trastornos de alimentación 





lunes, 8 de mayo de 2017

Empatía y relaciones sociales






Identificar correctamente las emociones ayuda a desarrollar una correcta capacidad empática




La empatía es una capacidad que los seres humanos debemos desarrollar para adaptarnos al entorno social que nos rodea y para tener éxito en las relaciones sociales.
La empatía se define como la capacidad para ponerse en el lugar de la otra persona, teniendo en cuenta las necesidades, emociones y pensamientos de la otra persona. Los estudios realizados desde la Psicología concluyen que las personas más empáticas con las que más éxito tienen en sus relaciones sociales.

En algunas ocasiones y sin querer, las personas nos centramos en lo siguiente que vamos a decir o en expresar cómo nos sentimos o lo dolorosa que fue para una experiencia para nosotros y nos olvidamos en prestar la atención en lo que la persona que tenemos de frente quiere transmitirnos y en la necesidad que quiere expresar. En estas ocasiones, por tanto, no nos comportaremos como personas empáticas y es probable que la persona que tenemos de frente no se sienta comprendida por nosotros.

Otro de los errores que cometemos cuando hablamos de empatía es proyectar cómo nos sentiríamos nosotros cuando la persona nos está contando un problema. Imaginemos que nos llama un amigo y nos comenta que mañana van a operar a su hermano de un riñón, le preguntamos cómo está y nos responde que la operación no va a ser tan complicada como realmente parece. Nosotros le respondemos que las operaciones de riñón siempre son complicadas. ¿Qué estamos haciendo en esta situación? Estamos proyectando cómo nos sentiríamos nosotros en caso de que fuese nuestro hermano quien va a operarse. La consecuencia que puede derivar de aquí es que nuestro amigo no se sienta comprendido, porque él no está excesivamente preocupado y, sin embargo, la respuesta que nosotros le damos es que debería hacerlo.

Las emociones tienen una respuesta más o menos aceptada socialmente y esa aceptación al final depende de lo que la gente espera que respondamos. Por eso en el ejemplo anteriormente comentado, la relación se afianzaría mucho más si respondiésemos de una forma empática y no proyectiva.

Desarrollar la empatía implica la percepción de las emociones de los demás (su identificación) y no emitir juicios de valor sobre las otras personas. Se trata de observar más y juzgar menos para dar respuesta a lo que nos están pidiendo y no a lo que nosotros creemos que sentiríamos en la misma situación.

¿Cómo debemos responder empáticamente a cada una de las emociones que sentimos?

Ante la alegría, la respuesta más empática es sumarnos a ella , compartirla con la persona que se está sintiendo así.

Ante la tristeza, no ayuda quitarle importancia a la situación. Servir de escucha y estar con la persona, así como acompañarla de comunicación no verbal sería un punto favorable ( dar un abrazo, hacerle una caricia, un gesto etc).

Ante el miedo , la mejor manera de mostrar empatía con la persona es apoyarla y darle la mayor seguridad posible.

Ante el enfado, dejar a la persona que se tranquilice sin tratar de hacerla razonar en ese momento y sin mostrarse completamente pasivo, ayudará a que disminuya la intensidad emocional. A veces la no respuesta verbal es la mayor respuesta empática hasta que veamos que la otra persona ya se encuentra  tranquila. Una vez que la persona se encuentre en este estado, intentaremos explicar y razonar con ella la situación, no para convencerla sino para que entienda, al menos, cómo nos sentimos.



http://elpaissemanal.elpais.com/confidencias/psicologia-empatia/





Psicólogos Oviedo