Las personas impulsivas suelen tener conflictos en distintos contextos |
La impulsividad es un rasgo de personalidad que hace que la persona actúe sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos, dejándose llevar por el plano emotivo, sin tener en cuenta el racional. Las personas impulsivas viven las emociones de manera muy intensa, tanto las positivas como las negativas. Al tratarse de un rasgo de personalidad, es más difícil cambiarlo. Sin embargo, ya desde la infancia puede aparecer dicho rasgo, por lo que cuanto antes se trabaje para que la persona sea capaz de controlar sus impulsos, mejor.
El mayor inconveniente de una persona impulsiva es la cantidad de conflictos a los que se enfrenta en distintos contextos: familiar, laboral, académico, social...
¿Qué podemos llamar "impulso"?
- Que la persona se anticipe a responder rápidamente en una situación determinada, sin conocer cómo sucedieron los hechos.
- Gritar o enfadarse si las cosas no salen como la persona espera
- Dejar un trabajo
- Dejar una relación por un conflicto, sin haberlo sopesado previamente
- Actuar dejándose llevar por la rabia y la ira, sin pensar en la calidad de lo que está haciendo ni en las consecuencias que puede tener el hacerlo de esa manera
- No tener en cuenta las opiniones de los demás en una situación concreta
- Mentir sin pensar en las implicaciones que puede tener lo que está diciendo/haciendo en ese momento
Una vez que tenemos identificados nuestros impulsos podemos fijarnos en cómo solemos actuar cuando nos dejamos llevar por ellos. Por ejemplo, imaginemos que tenemos muchas ganas de ir a la playa el fin de semana. LLevamos organizando ese plan varias semanas y a última hora nos dicen que no vienen como nosotros. ¿Cómo actúas en esa situación? ¿LLamas a la otra persona rápidamente, enfadada, gritando, de malas maneras, sin ni si quiera buscar o saber qué es lo que ha pasado? ¿Qué consecuencias tiene actuar así? ¿Sólo me afectan a mi las consecuencias o a alguna persona más? Es aquí donde debemos actuar.
Una buena manera de "aprender a controlar" los impulsos es analizar experiencias pasadas en las que nos hayamos dejado llevar por ellos. Si volvemos a analizar la situación, desde la distancia, probablemente nuestra actuación sea completamente distinta. Así conseguimos que si la situación se repite bajo las mismas circunstancias o en otras parecidas, actuemos de manera más racional.
Es importante que conozcamos la señales que nos manda nuestro cuerpo cuando nos dejamos llevar por un impulso, ya que en muchos momentos esa impulsividad es causada por un nivel alto de ansiedad. Si tenemos identificado qué es lo que pasa en nuestro cuerpo cuando vamos a perder el control, podemos rápidamente llevar a cabo un respuesta alternativa (previamente establecida), que nos permita relajaranos antes de dejarnos llevar por el impulso habitual. Se consigue a través del entrenamiento en relajación.
También es necesario que comuniquemos nuestros pensamientos, sentimientos... de una manera asertiva. Si acumulamos, explotamos de una manera poco racional.
Como decíamos antes en muchos casos la impulsividad aparece por un cúmulo de ansiedad y tensión. La actividad física combinada con técnicas de relajación nos ayudará también a encontrarnos más tranquilos, más centrados y nos ayudará a anticipar las consecuencias positivas y negativas de nuestras actuaciones. De esta manera regularemos mejor nuestro comportamiento. (Psicólogos Oviedo)
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