Nerea tiene 13 años. De un tiempo a esta parte sus padres empiezan a observar un comportamiento "raro " en ella, que atribuyen al inicio de la adolescencia. Cuando llega a casa, apenas habla con sus padres (un comportamiento que hasta ahora venía manteniendo), se mete en su habitación y de ahí no sale en toda la tarde. Además, parece que sólo le apetece estar tumbada en la cama sin hacer nada. Dice que se encuentra muy cansada físicamente y sólo le apetece dormir. Por consiguiente, su rendimiento académico también ha bajado considerablemente. No le apetece hacer los deberes ni estudiar y parece mostrar rabia hacia todos los elementos relacionados con el colegio. Las horas de las comidas también son distintas. Nunca ha tenido ningún problema con la comida, pero parece que últimamente puede pasar sin comer tranquilamente. Dice no tener sensación de hambre en ninguno de los momentos del día. Todas las mañanas antes de ir a clase, vomita. Al principio sus padres consideraban que podría relacionarse con tener algún examen a la vista, pero con el tiempo fueron viendo cómo aparecían distintas somatizaciones (nauseas, mareos, vómitos) sin la necesidad de que hubiese o no un examen.
Las noches resultan ser el peor momento del día. Nerea se encuentra muy nerviosa pensando en que cada vez faltan menos horas para tener que volver a clase. Esta ansiedad interfiere en su descanso, de manera que, a veces, no consigue dormirse hasta las tres o cuatro de la mañana.
Los padres de Nerea , muy preocupados por los cambios en el comportamiento de Nerea, deciden hablar con ella y le preguntan directamente si le está pasando algo y le piden que se lo cuente. Ante esta situación, Nerea se levanta de la silla rápidamente y da un portazo para encerrarse de nuevo en su habitación. Mediante gritos y desde dentro de su habitación , pide a sus padres que la dejen en paz y que no vuelvan a meterse en sus problemas, que no va a contarles nada.
Destacar también que este tipo de reacciones son habituales últimamente en Nerea.
Los fines de semana la encuentran más tranquila y relajada, pero no quiere salir de casa. Prefiere pasar todo el fin de semana en casa y si se toca algún tema relacionado con que le está sucediendo algo, se encierra rápidamente en su habitación.
Sus padres ante esta situación deciden ir al colegio para preguntar si observan algún problema y les exponen los comportamientos que está teniendo Nerea en casa.
Una noche mientras cenaban, Nerea recibe un whatsapp en su teléfono. Rápidamente cambia su cara y decide que no va a cenar más y se va a su habitación. Cuando sus padres entran la encuentran tumbada en la cama, llorando. Nerea no soporta más la situación y les cuenta a sus padres que lleva viviendo desde principios de curso insultos diarios por parte de sus compañeros, aislamiento y rechazo. Recibe alguna amenaza en caso de contar algo de lo que está pasando.
En el caso anterior se refleja un caso claro de acoso escolar del que se derivan principalmente consecuencias psicológicas.
Ante un caso de este tipo es conveniente que el tratamiento se oriente en tres direcciones:
- Desde el centro escolar, de manera que se tomen medidas y se pongan soluciones para que la niña se encuentra en un entorno de confianza, seguridad y protección.
- Con la víctima
- Con el agresor
En el caso de la víctima es importante destacar que suelen aparecer asociadas a estas situaciones, trastornos de ansiedad, en algunas ocasiones trastornos del ánimo, aumento de inseguridad y baja autoestima.
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