Desde la infancia debemos expresar nuestras emociones de manera adecuada. |
Las emociones constituyen una función adaptativa para nuestro organismo. Todos tenemos emociones, pero a cada uno de nosotros una situación o un problema determinado puede llegar a afectarnos de manera distinta, por lo que la intensidad de la emoción también varía. El problema de ésto radica en que desde siempre se ha visto la expresión de las emociones negativas como un signo de debilidad, y entonces nos obligamos a sentirnos bien. Nos obligamos a sentirnos bien para que nos acepten socialmente, para evitar conflictos y confrontaciones y para intentar que los demás no nos etiqueten como vulnerables o débiles.
Desde siempre se ha visto la conducta de llorar como algo negativo, escuchando por parte de los demás opiniones como: " no tienes que estar así", " llorando no solucionas nada", pero en cambio si reímos o vemos el lado positivo de las cosas, ¿Alguien nos dice algo? ¿O parece que los que están a nuestro alrededor están contentos de tenernos a su lado y parece que disfrutan de nuestra presencia?Esta es la razón principal por la que las personas tendemos a reprimir nuestras emociones. Pero, ¿Hasta cuando aguantamos controlando lo que sentimos? ¿Y cómo nos encontramos física y psicológicamente cuando taradamos en exteriorizarlo?
Es fundamental tener en consideración que cuando reprimimos peores consecuencias vamos a tener a nivel físico y psicológico, siendo las más habituales: úlceras, tensiones, insomnio, problemas de alimentación, disminución de atención, concentración y memoria; irritabilidad, alteraciones emocionales, etc.
Identificar las situaciones que nos provocan dichas emociones es fundamental. El siguiente paso es analizar, atender, escuchar lo que la emoción que sentimos nos quiere transmitir. Identificada la situación y analizada la emoción debemos hacer todo lo posible para cambiar aquello que esté en nuestras manos. Es decir, si una persona tiene problemas en el trabajo, porque considera que no se le está valorando lo suficiente o porque considera que alguno de sus compañeros le está haciendo la vida imposible, la reacción o conducta que debería tener esta persona es la expresión de aquello que no le gusta, ejemplifar a través de la asertividad por qué se siente así y muy importante explicarle a las otras personas cómo se siente. Esta sería la manera de conseguir un cambio o una reacción en la otra persona en su manera de actuar y también para la misma persona, ya que sería capaz de ofrecer una alternativa en su comportamiento. ¿Pero en cambio... qué pasa si no decimos nada? Al principio nos sentiremos aliviados probablemente, sobre todo si creemos que decir algo va a impliar una confrontación con las personas con las que trabajamos o si pensamos que por decirlo nos van a despedir. Pero cuando llegamos a casa, vemos las cosas desde la distancia y se lo comentamos a cualquier otra persona para que nos de su opinión y su punto de vista, aunque nos sintamos desahogados, todavía sentiremos ira, rabia, tristeza, pena al pensar en la situación. Si seguimos acumulando ésto, llegaremos a sentirnos peor con nosotros mismos y con los demás e incluso las ganas de ir a trabajar pueden llegar a desaparecer.
Como vemos en el ejemplo anterior, lo que se supone que socialmente está bien aceptado, que equivale al autocontrol emocional, tiene consecuencias peores tanto para uno mismo como sobre nuestro comportamiento con los demás.
La emoción será aquella señal que nos mande nuestro organismo para realizar la conducta más adecuada o utilizar la estrategia más conveniente. Si la obviamos, las consecuencias serán peores tanto para nosotros mismo como para los que nos rodean.
A veces las emociones negativas se comparan con un tsunami, ¿Por qué? Porque al igual que éstos, si se les da rienda suelta, acaban llevándose por medio todo lo que encuentran. En este caso, nos referimos a las emociones positivas y a todo lo positivo del día a día.
En resumen:
“Tome control de sus emociones de manera consistente y conscientemente, y deliberadamente, transforme las experiencias de su vida diaria.”
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