viernes, 25 de noviembre de 2016

Inseguridad y falta de autoestima


Sentirse bien con uno mismo tiene beneficios físicos, psicológicos y sociales.



Muchas personas dan gran importancia a la opinión que los demás tengan de ellas. Este hecho les lleva a complacer al resto de personas y a ser incapaces a decir no, aún cuando las consecuencias para ellas mismas resulten negativas. Las consecuencias de vivir siempre pendiente de la aprobación de los demás lleva a las personas a vivir una angustia tremenda que acaba convirtiéndose en muchos casos en cuadros ansiosos y, a veces, depresivos a medio y largo plazo.

Si atendemos a otros aspectos, se podría afirmar que las personas con baja autoestima son normalmente personas inseguras, que muchas veces presentan dificultades en las relaciones sociales, con historias familiares problemáticas de manera que, o bien han sido siempre juzgadas negativamente ,o bien, no han tenido una figura de apego estable y segura.

La autoestima es la valoración que cada uno/a hace de sí mismo/a en cuanto a sus propias capacidades, sus cualidades, sus capacidades intelectuales etc. La valoración que cada persona haga de sí misma (autoestima) se aprende y puede cambiar en función de la experiencia de la persona. Por este motivo también se puede mejorar.



¿ En qué puede derivar un problema de autoestima?


  • Depresión
  • Ansiedad
  • Trastornos de Alimentación
  • Estrés laboral y mobbing
  • Problemas de comunicación, falta de asertividad


¿Cómo actúan las personas que tienen una baja autoestima?

  • Tienen pensamientos negativos hacia sí mismas: " no lo voy a conseguir", "no voy a ser capaz", "no sirvo para nada...".

  • Falta de autoconfianza en sí mismas. Son personas que no se ven capaces de alcanzar un determinado objetivo, porque no consideran tener la capacidad o habilidad necesaria. Tener la sensación de fracaso y que además ésta sea percibida por su entorno, les lleva a evitar marcarse metas y objetivos.

  • Negatividad constante. Perciben el mundo de manera pesimista, principalmente aquellas situaciones relacionadas con sus capacidades.

  • Timidez: "nadie quiere estar conmigo", " seguro que no les caigo bien". Con este tipo de atribuciones las personas con baja autoestima suelen alejarse de los demás, aislándose y evitando relaciones sociales, de manera que cada vez pasan a estar más cohibidas.

  • Dependencia emocional: las personas con baja autoestima suelen tener muchos miedos, principalmente relacionados con quedar solos y con que nadie les quiera. Cuando inician una relación suelen hacerlo con alguien que perciben más fuerte que ellas mismas, buscando siempre una reprobación y confirmación de sus comportamientos y a veces sintiendo un miedo intenso ante una percepción real o imaginaria de abandono. Si la relación acaba por algún motivo o si existe algún conflicto en ella, las personas con baja autoestima tienden a culpabilizarse y a sentirse responsables de la situación, atacándose más a sí mismas, lo que supone un mayor ataque a su autoestima.







Psicólogos Oviedo. Autoestima e Inseguridad





jueves, 10 de noviembre de 2016

Relación entre el insomnio y la ansiedad


Tener dificultades para dormir es una consecuencia y a la vez un síntoma de ansiedad

El insomnio es una de las consecuencias y a la vez un síntoma de ansiedad. Cuando hablamos de insomnio nos referimos a situaciones en las que la persona no duerme ni descansa bien en un periodo de tiempo determinado.

La ansiedad, a su vez, es una emoción que aunque necesitamos para sobrevivir, ya que nos activa para actúar en situaciones de peligro, si alcanza niveles elevados puede actuar como potenciadora de los miedos, inseguridades, preocupaciones, obsesiones etc que la persona siente o tiene.

La relación entre el insomnio y la ansiedad es por tanto muy estrecha. Podemos decir que el insomnio y la ansiedad se retroalimentan tanto que al final la persona que sufre insomnio se encuentra en una especie de círculo vicioso:  al no dormir la persona se siente más nerviosa, de manera que esos nervios alejan aún más a la persona de dormir.

¿Por qué a pesar de estar la persona físicamente cansada puede llegar a la cama y no poder dormir?

El estrés acumulado a lo largo del día por el ritmo de vida acelerado, más las preocupaciones y los miedos del trabajo,  las preocupaciones sobre nuestros hijos y nuestra familia etc y que quizás a lo largo del día la persona no ha tenido ni un momento para enfrentar ni tratar de encontrar solución, hace que en el momento de inactividad la persona piense cómo actuar o de más importancia a situaciones vividas en el día a día de manera que al final se acaba activando más.

Por otro lado, aparece un nuevo miedo: el miedo a no dormir. El ver que las horas pasan y que al día siguiente hay que madrugar, hacen que la persona se presione más para dormir. Esta nueva obligación genera a la persona más ansiedad, con lo que lejos de dormir, se activa en mayor grado.

La mañana siguiente no es distinta. Sufrir insomnio implica dormir mal, no descansar, con lo que la persona ya se levanta más nerviosa y ya inicia el día con un nivel elevado de ansiedad. A ello se suma que la persona se encuentra más irritable por no descansar, por lo que es más probable que aumenten los problemas familiares y laborales.

Resulta paradójico, puesto que una de las maneras de combatir la ansiedad y el estrés es mediante el descanso y el sueño, pero a su vez son la ansiedad y el estrés los que nos dificultan llevarlos a cabo.

Las manifestaciones del insomnio pueden producirse de distintas maneras:

  1. Dificultad para conciliar el sueño. La persona tarda mucho en quedarse dormida
  2. Dificultad para mantener el sueño. La persona tiene muchos y largos despertares
  3. Despertares tempranos. La persona tiene dificultades para volver a dormir.

En cuanto a los síntomas más destacables del insomnio encontramos:

  • Cansancio habitual e intenso que no desaparece ni cuando la duerme o descansa
  • Sensación de somnolencia diurna y sensación de despeje por las noches
  • Asociación del contexto de dormir (cama y habitación) a situaciones desagradables (ej: recuerdo de no haber dormido bien las noches previas).
  • Sueño muy ligero: cualquier ruido es capaz de despertar a la persona
  • Activación cognitiva alta: ir a la cama llenos de preocupaciones y de pensamientos negativos
  • Notar que cada vez nos despertamos más veces por las noches
  • Notar que cada vez tardamos más en quedarnos dormidos


Más del 70% de los casos de insomnio crónico tienen causas psicofisiológicas, por lo que los objetivos de la terapia psicológica se centrarían en:

  • Conocer la causa de la ansiedad que siente la persona y que le ha llevado a dormir mal. Conocer cuáles son los miedos, preocupaciones, inseguridades, obsesiones que están generando esta ansiedad y que están aumentando al sentir ansiedad para tratar de ponerles solución.
  • Aprendizaje y puesta en práctica de técnicas de relajación
  • Establecer pautas sobre la higiene del sueño. ( Pinchando sobre las palabras "higiene del sueño" encontrareis un enlace que os lleva a otra de nuestras entradas del blog en la que se establecen una serie de pautas sobre la higiene del sueño).




Psicólogos Oviedo. Trastornos de ansiedad. Insomnio


martes, 1 de noviembre de 2016

La importancia de explicar la muerte a los niños


La tristeza es una emoción propia de un proceso de duelo.



La muerte de un familiar o de un amigo cercano es difícil de asumir para todas las personas. En todos los casos existen una serie de reacciones emocionales que se consideran normales: tristeza, ansiedad, rabia, frustración etc, propias de un proceso de duelo.

Al hablar de duelo nos referimos a un proceso en el que la persona que sufre una pérdida debe adaptarse de nuevo a la vida sin ella. Cuando esta adaptación a la vida se dificulta pasado un tiempo y además las reacciones emocionales siguen siendo demasiado intensas habiendo pasado un tiempo.

Que una persona se adapte mejor o peor a la pérdida de la persona depende de muchos factores. En este sentido, la edad de la persona que sufre la pérdida, el tipo de muerte de la persona (traumática, inesperada o previsible), variables de personalidad de la persona  junto a su historia personal, el tipo de relación que había entre las personas etc, son factores que hay que tener en cuenta.


¿Qué debemos hacer cuando la persona que sufre la pérdida es un niño o una niña?

En este caso, cuando hablamos de niños/as y adolescentes siempre tendemos a protegerles para evitar que sufran. Si hablamos de niños pequeños solemos ponerles cualquier tipo de metáfora para indicarle que la persona ya ha fallecido, sin darnos cuenta en muchos casos que los niños/as que se enfrentan a una muerte, todavía no son capaces de hacer inferencias y asumen la información que les damos de forma literal. Es por ello que muchas veces son los niños/as que pasan por consulta sintiéndose mal al no entender que su papá o su mamá no van a llevarlos al colegio o a una actividad si desde el cielo les están viendo y no van recogerlos. Esta situación les genera gran angustia, ya que los niños a edades tempranas ante una falta de explicación realista y razonada se dejan llevar por sus propias teorías. Es por ello conveniente que hablemos a los niños y niñas que pasan esta situación de una manera clara, pero teniendo en cuenta su desarrollo cognitivo y emocional, de manera que les expliquemos la situación diciéndoles la verdad, pero sin entrar a dar excesivos detalles.

Uno de los aspectos a tener en cuenta en la primera infancia es determinar si el niño/a ya ha desarrollado o no el concepto de muerte. Aunque nunca se lo hayamos explicado, ellos mismos suelen intuir que algo sucede, aunque siempre motivados por sus teorías. Resulta conveniente por tanto ser consciente de lo que significa para ese niño/a la muerte y observar si asume que es un hecho permanente, irreversible, qué cree que sucede con la persona fallecida y que explicación da a la muerte de la persona. De esta manera, evitaremos que los niños/as enfrenten el tema motivados por sus teorías, lo que puede generarles gran angustia al enfrentarse a la realidad.

Debemos también tener en cuenta que la reacción de los niños/as y adolescentes puede ser distinta a la de los adultos al pasar por una situación similar. Mientras que normalmente los adultos en un primer momento suelen necesitar hablar y comentar lo que ha pasado para sentir alivio, los niños muchas veces no lo expresan. En muchos casos, puede deberse a que el niño/a si es muy pequeño/a no sepa por qué se siente triste o enfadado y en otros casos, puede deberse a que está viendo que en su entorno más cercano, las personas no hablan de la situación. En ambos casos, la ayuda de los adultos, sacando a veces el tema o no preocupándose por manifestar alguna emoción delante del niño/a puede ayudarle a empezar a soltarle y no reprimir.

A partir de los ocho años, puede ayudar al procesamiento de la situación y a un mejor ajuste al proceso de duelo el hacer partícipe a los niños/as de la muerte (funeral, cementerio etc).

Los niños/as más pequeños pueden sentir miedo a quedarse solos si fallecen sus padres. Por este motivo, actuar siempre desde la emoción y darles siempre le seguridad de que vamos a estar con ellos y no van a quedar solos, les servirá de gran ayuda.

En conclusión, el duelo es un proceso que viven todas las personas (niños, adolescentes y adultos) tras una pérdida. Hablar a los niños de lo que ha pasado de una forma clara y realista, explicándoles lo que ha pasado, ayudarles desde un punto de vista emocional, darles la seguridad de que no van a quedar solos y ayudarles a no olvidar a la persona perdida mediante los recuerdos que tengan, disminuirá la probabilidad de que el duelo al que se enfrenta el niño/a se convierta en patológico.





Psicólogos Oviedo. Duelo. Duelo infantil.