martes, 1 de noviembre de 2016

La importancia de explicar la muerte a los niños


La tristeza es una emoción propia de un proceso de duelo.



La muerte de un familiar o de un amigo cercano es difícil de asumir para todas las personas. En todos los casos existen una serie de reacciones emocionales que se consideran normales: tristeza, ansiedad, rabia, frustración etc, propias de un proceso de duelo.

Al hablar de duelo nos referimos a un proceso en el que la persona que sufre una pérdida debe adaptarse de nuevo a la vida sin ella. Cuando esta adaptación a la vida se dificulta pasado un tiempo y además las reacciones emocionales siguen siendo demasiado intensas habiendo pasado un tiempo.

Que una persona se adapte mejor o peor a la pérdida de la persona depende de muchos factores. En este sentido, la edad de la persona que sufre la pérdida, el tipo de muerte de la persona (traumática, inesperada o previsible), variables de personalidad de la persona  junto a su historia personal, el tipo de relación que había entre las personas etc, son factores que hay que tener en cuenta.


¿Qué debemos hacer cuando la persona que sufre la pérdida es un niño o una niña?

En este caso, cuando hablamos de niños/as y adolescentes siempre tendemos a protegerles para evitar que sufran. Si hablamos de niños pequeños solemos ponerles cualquier tipo de metáfora para indicarle que la persona ya ha fallecido, sin darnos cuenta en muchos casos que los niños/as que se enfrentan a una muerte, todavía no son capaces de hacer inferencias y asumen la información que les damos de forma literal. Es por ello que muchas veces son los niños/as que pasan por consulta sintiéndose mal al no entender que su papá o su mamá no van a llevarlos al colegio o a una actividad si desde el cielo les están viendo y no van recogerlos. Esta situación les genera gran angustia, ya que los niños a edades tempranas ante una falta de explicación realista y razonada se dejan llevar por sus propias teorías. Es por ello conveniente que hablemos a los niños y niñas que pasan esta situación de una manera clara, pero teniendo en cuenta su desarrollo cognitivo y emocional, de manera que les expliquemos la situación diciéndoles la verdad, pero sin entrar a dar excesivos detalles.

Uno de los aspectos a tener en cuenta en la primera infancia es determinar si el niño/a ya ha desarrollado o no el concepto de muerte. Aunque nunca se lo hayamos explicado, ellos mismos suelen intuir que algo sucede, aunque siempre motivados por sus teorías. Resulta conveniente por tanto ser consciente de lo que significa para ese niño/a la muerte y observar si asume que es un hecho permanente, irreversible, qué cree que sucede con la persona fallecida y que explicación da a la muerte de la persona. De esta manera, evitaremos que los niños/as enfrenten el tema motivados por sus teorías, lo que puede generarles gran angustia al enfrentarse a la realidad.

Debemos también tener en cuenta que la reacción de los niños/as y adolescentes puede ser distinta a la de los adultos al pasar por una situación similar. Mientras que normalmente los adultos en un primer momento suelen necesitar hablar y comentar lo que ha pasado para sentir alivio, los niños muchas veces no lo expresan. En muchos casos, puede deberse a que el niño/a si es muy pequeño/a no sepa por qué se siente triste o enfadado y en otros casos, puede deberse a que está viendo que en su entorno más cercano, las personas no hablan de la situación. En ambos casos, la ayuda de los adultos, sacando a veces el tema o no preocupándose por manifestar alguna emoción delante del niño/a puede ayudarle a empezar a soltarle y no reprimir.

A partir de los ocho años, puede ayudar al procesamiento de la situación y a un mejor ajuste al proceso de duelo el hacer partícipe a los niños/as de la muerte (funeral, cementerio etc).

Los niños/as más pequeños pueden sentir miedo a quedarse solos si fallecen sus padres. Por este motivo, actuar siempre desde la emoción y darles siempre le seguridad de que vamos a estar con ellos y no van a quedar solos, les servirá de gran ayuda.

En conclusión, el duelo es un proceso que viven todas las personas (niños, adolescentes y adultos) tras una pérdida. Hablar a los niños de lo que ha pasado de una forma clara y realista, explicándoles lo que ha pasado, ayudarles desde un punto de vista emocional, darles la seguridad de que no van a quedar solos y ayudarles a no olvidar a la persona perdida mediante los recuerdos que tengan, disminuirá la probabilidad de que el duelo al que se enfrenta el niño/a se convierta en patológico.





Psicólogos Oviedo. Duelo. Duelo infantil.


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