viernes, 6 de mayo de 2016

Compaginar el estrés adulto con la vida familiar.




Dedicar tiempo a nuestros niños es necesario a pesar del estrés.


 De lunes a viernes, algunos sábados. Como todas las mañanas a Paula le suena el despertador a las siete de la mañana. No puede quedarse ni cinco minutos más porque a las 8, 30h tiene que dejar a su hija Laura en el colegio para luego iniciar su jornada laboral que se extiende hasta las 17 h. De 7 a 8 de la mañana tiene que prepararse ella para rápidamente despertar a la pequeña, ayudarla a asearse, vestirse, prepararle el desayuno... y algunos días insistir en varias ocasiones para que la niña se levante de la cama, con lo que el tiempo se le echa aún más encima.

Al salir de su trabajo, Paula tiene que ir a buscar a la niña al colegio y, o bien se dirigen a casa, donde tiene que ayudarla con los deberes que no le dio tiempo a terminar, o bien, la lleva a alguna actividad extraescolar. A esta situación hay que sumarle todas las tareas del día a día (hacer la compra, ir a comprar material escolar, poner lavadoras, preparar la cena y la comida del día siguiente...).

Un día tras otro, y semana tras semana, la situación acaba por generar un tremendo estrés para Paula. Sin embargo, inconscientemente, Paula transmite el propio estrés a toda la familia y en especial, a su niña, a la que mete prisa para realizar sus actividades, a la que deja jugar menos tiempo, y en la que proyecta sus preocupaciones diarias. Con lo que al final el ambiente familiar es totalmente destructivo.

La peor consecuencia de vivir en esta situación de estrés a nivel familiar es que todos los miembros de la familia dejan de estar a gusto en casa, que el hecho de llegar a casa se convierte en una situación más agobiante y que el simple de hecho de ver la larga lista de actividades que tenemos que hacer, normalmente por y para nuestros hijos resulte aún más estresante y agotador. Intentar abarcar todos los ámbitos es imposible y tampoco es lo que nuestros hijos quieren y necesitan. Para ellos siempre será mejor vivir en una mbiente distendido, agradable, relajado, en el que dentro de nuestras obligaciones sí tengamos al menos un ratito al menos para jugar con ellos y para compartir las vivencias del día a día. Y cuando nos vemos en niveles de estrés tan elevados, inconscientemente y sin quererlo, muchas veces es de lo primero que prescindimos.

Para abordar este tipo de problemas lo mejor es intentar delegar responsabilidades en otras personas, compartir con otros tanto las obligaciones y responsabilidades como nuestras preocupaciones, es fundamental comunicarnos correctamente y por supuesto, saber organizarnos y planificarnos bien.

Además:
  • Las responsabilidades diarias deben gestionarse a medias con otra persona: (respecto al ámbito doméstico, educativo, de salud, etc...)
  • Es importante saber delegar y confiar en los demás, sin tener la idea de que nosotros lo hacemos mejor que nadie y que por eso nosotros debemos asumir esa responsabilidad.
  • Comunicarnos con otras personas que nos entiendan y compartir nuestras preocupaciones y responsabilidades.
  • Establecer prioridades: ¿Hay alguna tarea de las que tengo en la lista que puede esperar a mañana? Hoy tengo que hacer la cena, pero quizás no sea tan necesario que hoy planche la ropa.
  • Saber establecer metas y límites realistas para nosotros mismos y para los demás.
  • Es fundamental dedicarnos tiempo a nosotros mismos, recuperar las actividades que por cumplir obligaciones hemos dejado de lado y mantener actividades en pareja.


Escuela de Padres.  Psicología Infantil. Psicólogos Oviedo

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