lunes, 29 de diciembre de 2014

¿Es bueno evitar? ¿Por qué lo hacemos?

La evitación puede llegar a convertirse en un hábito. Hablamos de un círculo vicioso,

En muchas ocasiones, la solución que utilizamos para resolver un problema acaba convirtiéndose en la causa principal del mismo. Es lo que ocurre con la evitación. Aparentemente cuando evitamos enfrentarnos a una situación, un problema o a un miedo, sentimos alivio.¿ Pero este alivio es duradero? Podemos verlo con un ejemplo.

Imaginemos que una persona que tiene miedo a viajar en avión decide siempre hacer todos sus viajes en cualquier otro medio de transporte. Un día por motivos de trabajo a esta persona tiene que coger un avión, algo que siempre había evitado. ¿Cómo creemos que va a reaccionar esta persona? Lo más probable es que busque cualquier alternativa e incluso alguna excusa para intentar no enfrentarse a la situación, a pesar de que pueda tener consecuencias negativas en el trabajo.

¿Por qué ocurre ésto? Si cada vez que esta persona tenía que viajar encontraba cualquier forma de hacerlo sin tener que cogerlo, sentía alivio e incluso podría llegar a disfrutar del viaje sin ningún problema. Como vemos a largo plazo los beneficios no existen, el malestar aparece e incluso con mayor intensidad. Hablamos de un círculo vicioso, que puede dar lugar a la aparición de fobia específicas: al agua, al avión, a los perros, a la sangre...

En el ámbito social la evitación puede generar también conflictos. Hablamos de personas que nunca dicen lo que piensan o lo que sienten por evitar generar un conflicto o por miedo a hacer daño a otra persona. Tiene consecuencias negativas, porque los demás pueden llegar a aprovecharse e incluso a abusar de estas personas, "total nunca se quejan"... La persona que vive esta situación puede llegar a actuar de dos formas. O bien, seguir callando y aumentando los niveles de ansiedad, o bien, responder de una manera agresiva, perdiendo incluso la razón. Como vemos en el ámbito social la evitación tiene también más consecuencias negativas que positivas.

En casos extremos, si la evitación llega a formar parte de la conducta habitual de las personas podemos hablar de un trastorno de personalidad evitativo. Estas personas se caracterizan por una pasividad extrema, por una inactividad ante cualquier cosa que le puede producir cierto nivel de malestar. Y como cualquier situación puede producir malestar, la persona aprende a evitar para aliviarse. Las situaciones a las que la persona se enfrenta se van limitando más cada vez y por ello el problema se cronifica. Así el malestar es cada vez mayor y lo único que puede hacer, que sabe hacer, es volver a evitar y así una y otra vez hasta llegar al círculo vicioso que mencionábamos en un principio.

Como vemos evitar situaciones no siempre es bueno.

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