sábado, 13 de diciembre de 2014

Las Navidades: emociones, conflictos individuales y familiares

Nos referimos a una época en la que prima la presión social. Desde hace ya dos meses, encontramos todo tipo de adornos en centros comerciales, propuestas de regalos, dulces y turrones en los supermercados... parece que cada vez las Navidades se adelantan un poco más. Esta presión social hace que las personas pasemos a interiorizar antes que en poco tiempo llegan de nuevo las fiestas, que hay que empezar a tomar decisiones: dónde cenar, dónde comer, si nos desplazamos o no... ; pasamos a hacer una lista de regalos siempre con la ilusión de agradar y complacer a los demás, en un momento en el que quizás no deberíamos seguir añadiento gastos, pero ¿Qué van a pensar de nosotros si no les llevamos nada? ¿ Seré la única persona que no regale nada? ¿Y si ellos me regalan y yo no llevo nada? Entonces intento tranquilizarme pensando que será mejor que no vaya a cenar con ellos, pero ¿Cómo van a reaccionar si les digo que no voy por este motivo? Realmente vuelvo a quedar mal... ¡No sé que hacer!

Parece que al final esa presión que en un principio parecía social y por tanto externa, acaba siendo una presión interna. Finalmente, mi decisión será ir a la reunión familiar, con todos los regalos que creo que son necesarios para no quedar mal con la otra parte de la familia, pero pensando que no debería haber hecho ese gasto o que era mejor que me hubiese quedado en casa. Volvemos de nuevo a complacer a los demás, olvidándonos de nosotros mismos.

Por tanto, no es de extrañar que sea una época en la que aumenten los conflictos, tanto individuales como familiares. No debemos olvidar que los problemas familiares no se van a solucionar en estas fechas y tampoco podemos pretender que se resuelvan en este momento. Aceptar esta idea es fundamental para no sentirnos frustrados.

Ligado a los conflictos y la presión social, en esta época es normal que aumenten la ansiedad y el estrés: complacer a los demás, sobrecarga de trabajo familiar: compras y comidas, unidas al trabajo y rutina diaria, tener que tomar decisiones que no nos agraden del todo, poner expectativas muy altas en esta época sobre el comportamiento de los otros y sobre lo que esperamos y ellos esperan de nosotros también lo acentúan. No nos damos cuenta de que todo ello a la vez que aumenta nuestro estrés y nuestra ansiedad, aumenta nuestra frustración si las cosas no salen como esperamos o como creemos que los demás esperan.

La tristeza también es normal en esta época, los recuerdos se avivan si nos falta una persona. No debemos obligarnos a estar bien y felices por ser Navidad.  Intentar disfrutar del momento y de las personas sí, pero que no se convierta en obligación. Si nos obligamos probablemente se produzca el efecto contrario. Y el obligarnos a estar bien sin sentirlo puede aumentar la ansiedad.

En resumen:
  •  Es necesario ver esta época de una manera más positiva, sin obligarnos a estar bien.
  •  Nosotros mismos debemos saber decir "no" si algo no lo queremos y sentimos angustia o frustración al hacerlo.
  • No debemos esperar más de esta época que en cualquier otro momento. Vivirlo como una etapa o época más sin poner muy altas las expectativas de satisfacer a los demás y ser nosotros satisfechos.
  •  Es importante aceptar a la familia y tener claro que las diferencias no se van a resolver en estas fechas, porque aumenta la convivencia y con ello las tensiones. 
  • Seguir con nuestra rutina es fundamental, al igual que seguir sintiendo nuestras emociones. No obligarnos a divertirnos, pero al menos, intentarlo y disfrutar del momento.

No olvidarnos de nuestros mayores también es primordial, ya que en muchas ocasiones son ellos los que más motivos tienen para encontrarse mal, para vivir más recuerdos y sentir más emociones, siendo común la soledad. Podemos evitarlo.


¡Os deseamos felices fiestas, sin obligarse a disfrutarlas, sólo disfrútenlas!

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